El príncipe Segismundo y la princesa Esmeralda
Érase una vez un príncipe que se quería
casar con una princesa de un reino vecino, que era muy bella y muy buena.
Segismundo era un príncipe muy apuesto, al que le encantaba montar en su
caballo, llamado Lucero, y pasear por el bosque. Un día, como todas las tardes,
decidió irse un rato a pasear por el bosque con Lucero, y se encontró con
Esmeralda, la princesa del reino vecino. Esta estaba recogiendo flores del
bosque para adornar su habitación, en compañía de su malvada criada,
llamada Morticia, la cual le tenía gran envidia por su belleza y posición
social.
El príncipe, fascinado por su belleza,
bajó del caballo y decidió ir a saludarla. Esmeralda se mostró un poco tímida y
reservada, ella solo le dijo su nombre, ya que la criada tenía por orden
explícita de su padre, el rey Julián, que la princesa no hablase con nadie
desconocido y que inmediatamente que se le acercase alguien, esta se marchase
para casa.
Morticia, la criada malvada, estaba
aliada con un príncipe de un reino lejano, llamado Romualdo, ella había
llegado a un acuerdo con él para convencer al rey de que Esmeralda se
casase con Romualdo. A cambio, Romualdo le aseguraba a Morticia una vida llena
de lujos, que era lo que ella más deseaba.
Tras este día, el príncipe no podía
olvidarse de ella e intentó buscar y averiguar información sobre la princesa
Esmeralda, su principal preocupación era saber si estaba comprometida. Para
ello, decidió enviar a su criado al palacio de la princesa para que le
entregase un ramo de flores frescas, y adjuntaba una nota que decía:
“He quedado admirado por su
belleza, me gustaría hablar con usted esta tarde en el bosque, en el mismo
lugar que nos conocimos, a las 16:30. No rechace mi proposición”.
Un saludo
Segismundo
Esmeralda, tras recibir el ramo, abrió
el sobre y leyó la nota, empezó a planear cómo salir en busca del príncipe sin
que nadie se diese cuenta, pues a ella también le había agradado este. Al
aproximarse la hora fijada, decidió decir a la criada que se encontraba enferma
y que necesitaba descansar sin que nadie la molestase, la criada aceptó dejarla
sola en su habitación para que descansase, pero en realidad ella anteriormente
había leído la nota del ramo, sin que la princesa se diese cuenta, con lo cual
Morticia ya sabía del plan de la princesa Esmeralda.
Esmeralda, creyendo que nadie sospechaba
del plan, decidió escapar por la ventana de su habitación a hurtadillas e ir al
encuentro del príncipe Segismundo, sin darse cuenta de que Morticia la seguía.
Una vez que llegó al punto de encuentro, se encontró con el príncipe y se
saludaron. Morticia se encontraba escondida escuchando la conversación detrás
de unos matorrales. Esmeralda, comenzó a explicarle a Segismundo que su padre
la había comprometido con el príncipe de un reino lejano llamado Romualdo,
gracias a que Morticia, su criada, le había hablado a su padre muy bien de este
y el rey depositaba gran confianza en ella, con lo cual el rey decidió
comprometerla con él, y Romualdo aceptó rápidamente ya que decía que ella
era muy hermosa. A su vez, le comentó que había descubierto el plan de Morticia
y Romualdo, gracias a que había escuchado una conversación entre ambos.
Después de contarle toda la historia, le
comentó que se casaba en tres días y que estaba planeando un plan para huir, ya
que ella no quería al príncipe Romualdo. Entonces, Segismundo le propuso
escaparse con ella, si ella estaba de acuerdo, ya que él estaba prendado de
Esmeralda.
Cuando marcaron las 19:30 en el reloj,
Esmeralda le dijo a Segismundo que tenía que marcharse ya, que su padre se iba
a dar cuenta de su ausencia, que por la mañana temprano a las 7:30 quedaría con
él en el mismo sitio para planear la huida. Después de esto, Esmeralda salió
corriendo hacia su palacio y Morticia salió a hurtadillas detrás de ella,
después de haber escuchado toda la conversación.
Morticia, nada más llegar al palacio,
informó al rey de todo lo que Esmeralda había planeado y el rey enfureció tanto
que subió hacia la habitación de Esmeralda y decidió dejarla encerrada hasta el
día del casamiento, para que no se pudiese escapar con el príncipe Segismundo.
A la mañana siguiente, el príncipe
Segismundo estaba esperando en el bosque a la princesa Esmeralda y al ver que
esta no llegaba, decidió ir a buscarla a su palacio. Al llegar, la princesa
estaba asomada a la ventana llorando y le dijo que su padre se había enterado
de su plan ya que su criada se lo había contado todo, y que había decidido
encerrarla en su habitación hasta el día del casamiento.
El príncipe Segismundo, enfurecido, le
dijo que no se preocupase, que esa misma noche la rescataría y los dos se
marcharían juntos.
Al caer la noche, el príncipe cogió una
cuerda inmensamente larga, montó en su caballo Lucero y marchó hacia el palacio
de la princesa. Una vez allí, la llamó silenciosamente para que nadie le
escuchase y le dijo que había venido a rescatarla. Posteriormente, le lanzó la
cuerda que llevaba y le dijo que la atase en un lugar seguro de la habitación e
hiciese un nudo fuerte, y que poco a poco se deslizase por ella para bajar.
Esmeralda, antes de bajar, decidió
escribirle una carta a su padre en la que decía:
"Papá, he descubierto que
Morticia tenía un plan con Romualdo, en el que Romualdo le propuso a Morticia
que te convenciese para cederle mi mano, y a cambio a ella le prometía una vida
llena de lujos para siempre. Por todo esto, he decidido marcharme con el
príncipe Segismundo, ya que es a él a quien yo amo. No te preocupes, estaré
bien y seguiré en contacto contigo".
Besos papá.
Esmeralda
Después de escribir la carta, Esmeralda
se deslizó por la cuerda, y se subió a caballo con su amado. Los dos marcharon
hacia el palacio del príncipe Segismundo, y vivieron felices y contentos
para siempre.